la ceremonia
Poco tiempo después de la destrucción, Hiroshima decidió convertirse en una ciudad en pro de la paz y el desarme nuclear.
Comenzó a rememorar cada aniversario, recordando a los muertos, tanto durante el primer instante como los que fueron falleciendo por efecto de la radiación, contrayendo cáncer, leucemia, etc., con el correr de los años.
La ceremonia se realiza frente al ‘Cenotafio por las Víctimas de la Bomba A.’ Es un bloque de piedra que guarda el ‘Registro,’ la lista de los fallecidos y que tiene una leyenda que dice: ‘Permitamos que todas las almas aquí descansen en paz. Porque no repitamos el mal.’ Para Agosto del 2006 había 248.000 fallecidos.
El ‘Registro’ está cubierto por una estructura con la forma de una antigua casa japonesa Haniwa (para nosotros, más bien parece la lona de una carreta del lejano oeste). Fue inaugurado en 1952, año de mi nacimiento.
Durante el acto, cerca del mismo se ubican los sobrevivientes y sus familiares, autoridades e invitados y, más atrás, el público. La ciudad incluye en todos los niveles de enseñanza la conciencia por la paz y el desarme nuclear, y esto se ve en la enorme participación de niños y jóvenes.
La ceremonia comenzó con la ofrenda, por parte de monjes budistas, de agua a las almas de las víctimas, proveniente de 37 fuentes. Luego, los parientes de los fallecidos durante el año anterior agregan los nombres.
Se hace la ‘Ofrenda de flores.’ Las hay oficiales (coronas) pero también muchísimas personas llevan su pequeño ramito. En la lista, aparece una representación argentina.
A las 8:15 se guarda un minuto de silencio. Este momento se me ha grabado como el más significativo de todo el viaje. Fue esto lo que —inconscientemente— deseé durante 48 años. Todos de pié, con la cabeza baja, un sólo pedido por la paz del mundo y el desarme nuclear.
Luego sueña el fuerte gong de la ‘Campana de la Paz.’ (Me dijeron que hay una similar en el Jardín Japonés.)
El Alcalde pronuncia la ‘Declaración de Paz,’ un discurso invitando a todos y a todas las ciudades del mundo a unirse para el desarme nuclear. Luego sueltan palomas.
Entonces se lee el ‘Compromiso por la Paz.’ Finalmente, mensajes del Primer Ministro, el Gobernador y del Secretario de las Naciones Unidad.
Entonces, una multitud de niños entonan la ‘Canción de la Paz de Hiroshima.’ El programa del evento incluye la partitura, el texto en japonés y un texto ‘fonético’ con el cuál pude cantarla, aunque no supe lo que decía.
Y así concluye todo, en un ambiente de profundo respeto y simplicidad. La gente abandona el acto central y va a participar de otras actividades. Julio calculó (por los asientos) que podían caber unas 10.000 personas; siempre se sintió como una celebración íntima.
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